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Catalina tenía 5 años y falleció en Concepción por aparente mala atención en el hospital Urquiza. F. G. murió a los 7 tras una resonancia en Oro Verde

El 14 de noviembre de 2017, Catalina se sentía mal y sus padres la llevaron al hospital Urquiza de Concepción del Uruguay. Le dieron calmantes para sus dolores, que no hicieron efecto y cuatro veces más debieron atenderla en la Guardia, hasta que el 18 murió. Tenía 5 años.

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En Concordia, una nena tenía un problema en la columna y viajó hacia Oro Verde, junto a su padre y su abuela, para una resonancia magnética en el Cemener. Allí, el 4 de diciembre de 2018, sufrió una descompensación y poco después murió en el hospital San Roque. F. J. G. tenía 7 años.

 

Las dos muertes inconcebibles son investigadas por presunta mala praxi, aunque aún no hay imputados. En el caso de Concordia, hay médicos pediatras que están en la mira, en tanto que por lo sucedido en Oro Verde, se apuntaría la responsabilidad de un anestesista.

 

Catalina

La autopsia y otros estudios de laboratorio, analizados por distintos médicos, arrojó que Catalina De Gracia murió a causa de una infección pulmonar que originó una falla multiorgánica. La sospecha de la Fiscalía y la querella se orienta a que los médicos que asistieron a la niña en la Guardia del nosocomio, deberían haber advertido a tiempo la neumopatía, y en consecuencia tratarla adecuadamente para curar la infección.

 

Sin embargo, le dieron medicación (ibuprofeno) para los dolores, que no tuvo ningún efecto sobre los síntomas: dolor de estómago, náuseas y fiebre. Pasaban los días y la temperatura aumentaba. Tras idas y vueltas, le detectaron tarde la infección y, antes de trasladarla al hospital San Roque de Paraná, Catalina murió.

 

Según se informó a UNO, más de un año después, aún no hay médicos imputados. La querella apunta contra la responsabilidad de cinco médicos que intervinieron en los cuatro días que la niña fue llevada al hospital, pero la Fiscalía aún no ha tomado una decisión. La dilación en al causa solo ha llevado más dolor a la familia. No sólo por la demora en la acción penal pública, sino por las distintas medidas de prueba que se han demorado en forma insólita.

 

El abogado querellante, José Ostolaza, solicitó hace tiempo la imputación de los médicos, pero aún no ha tenido respuesta. Dijo a UNO: «Acá no hay impericia, lo que hay es negligencia, porque no se hizo nada».

 

Resonancia y muerte

J. G. estaba siendo tratada en Concordia por una afección en la columna, y tenían que practicarle una resonancia magnética. Como en el hospital Masvernat no se podía, le consiguieron un turno en el Centro de Medicina Nuclear y Molecular Entre Ríos (Cemener), ubicado en Oro Verde. Su papá y su abuela la llevaron en colectivo y en horas de la siesta le practicaron el estudio. Cuando la niña se encontraba en el resonador, se descompensó y la trasladaron de urgencia al hospital materno Infantil San Roque, donde falleció.

 

La tragedia está siendo investigada por el fiscal Juan Malvasio y el abogado querellante Pedro Fontanetto D’Angelo. El caso es más reciente, por lo que aún están en desarrollo pericias importantes para dilucidar las causas de la muerte. Las partes solicitaron una serie de puntos a esclarecer a los peritos, con el fin de determinar, además, quiénes fueron las distintas personas que intervinieron en cada instancia de la práctica de diagnóstico.

 

Según se indicó, en los casos de resonancias pediátricas, para que el estudio se haga correctamente se aconseja la sedación del paciente. En este caso, desde el inicio hubo algunas cosas poco claras en cuanto a la anestesia, ya que le habrían pedido a la familia que la tenía que proveer, pero como ya habían realizado el viaje, la hicieron igual. Un aspecto central que se investiga es el momento y las condiciones de la sedación: como la niña habría ingerido alimentos por la mañana, se decidió practicarla unas horas más tarde, pero se trata de establecer si el período que transcurrió fue suficiente.

 

J. G. falleció por un paro cardíaco. Se trata de establecer fehacientemente la causa del mismo, y una hipótesis es que haya sido como consecuencia de la anestesia. «Se están realizando medidas de prueba importantes para determinar responsabilidades y participaciones penales de los médicos intervinientes en la atención de la menor», dijo a UNO Fontanetto D’Angelo.

 

La principal certeza hasta ahora es que la nena de 7 años estaba bien, hace casi cuatro meses fue atenderse por una afección, en principio, totalmente distinta a la complicación que sufrió y por la cual murió.

En este caso, al igual que en el anterior, se investiga y se podría llegar a imputaciones por el delito de Homicidio culposo por mala praxis, a partir de la presunta negligencia de profesionales que trataron con las víctimas.

Una muerte en el San Roque está cerca del juicio

Una causa similar a la de Catalina, que fue investigada y está por ser juzgada, en Paraná, tiene como imputado a un médico de apellido Aldao, acusado por la muerte de una niña, ocurrida a mediados de marzo de 2014. El galeno atendió en la Guardia del hospital San Roque a la paciente, cuyos padres la habían llevado en cuatro oportunidades porque se sentía mal. Aparentemente, se subestimaron los síntomas y la niña murió por meningitis. La causa fue archivada, y el querellante Pedro Fontanetto D’Angelo apeló y logró que la misma se reabriera. Pidió pericias de los forenses de la Corte Suprema de Justicia, que establecieron que las que se habían hecho estaban mal.

 

Por esto, la Fiscalía a cargo de Viviana Ferreyra imputó al médico por Homicidio culposo y ahora lo llevará a juicio. Falta definir la fecha del debate, que estará presidido por el vocal Alejandro Cánepa, y en el cual, además de exponerse la actuación del médico, se valorará el tipo de atención que recibió una niña que acudió al sistema de salud pública.

 

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